Bajo un cielo encendido por las luces tenues de una tarde de otoño o en un cálido rincón al amparo de una lluvia torrencial, corriendo por un prado chispeante de flores silvestres, en medio de una multitud o en un refugio secreto, allí donde el mundo parece detenerse nace la historia de dos almas. El amor, que se eleva por encima de lo tangible, el amor que parece ser la solución definitiva porque quizás en definitiva el amor sea todo lo que se necesita para seguir andando. El amor platónico.
En la Antigua Grecia, en los comienzos del pensamiento filosófico, surge el término “amor platónico” a partir de los diálogos de Platón. En su obra El Banquete, los personajes se entregan a la búsqueda de la belleza y la verdad, entendiendo que el verdadero amor trasciende la mera pasión corporal para convertirse en un camino de perfección espiritual y moral. Platón lo describía como un ascenso desde lo terrenal hacia la contemplación de la idea universal de la belleza, donde cada mirada, cada palabra, es un eco de lo eterno.
La eternidad. ¿Quién no espera, quién no desea que el amor dure para siempre? Los lectores somos pioneros en cuanto a ese deseo y quizás por eso no dejan de surgir historias donde los amantes caminan de la mano con la eternidad, talvez sea para hacer más amigable nuestro paso por la tierra o para susurrarnos que el amor no solo es posible sino invencible.
Idealizado, inalcanzable, desinteresado, desde la antigüedad hasta nuestros días, el amor puro, el soñado, el imaginado, el amor platónico se convierte en musa hoy como ayer.
La Idealización es una cualidad inherente al amor, digamos que el amor, por naturaleza, lleva implícita la idealización.
Si nos remontamos varios siglos atrás, nos topamos con uno de los primeros ejemplos de un ideal forjado en la imaginación. Miguel de Cervantes, en su inmortal novela Don Quijote de la Mancha, nos regala a Dulcinea del Toboso, la mujer idealizada en los sueños y delirios del caballero andante. Aunque en la realidad Dulcinea es una figura casi inexistente, en la mente de Don Quijote se transforma en la encarnación de la perfección, la musa que guía sus hazañas, lo platónico se manifiesta en cada gesto, en cada quimera amorosa que trasciende lo físico para encarnar una búsqueda inalcanzable de la perfección. Y no es solo una cuestión de siglos pasados donde los ideales de todo tipo eran moneda corriente. Viajemos directamente al siglo XX.
La mujer justa de Sándor Márai es una historia que narra el derrotero de un amor no correspondido e idealizado. El protagonista masculino proyecta en una mujer una perfección que no existe, lo que lo lleva al desencanto.
En Seda, Alessandro Baricco cuenta la historia de Hervé Joncour un comerciante que viaja a Japón y se obsesiona con una mujer con la cual nunca habla. La idealiza como símbolo del deseo y la belleza exótica, mientras su vida real transcurre en Europa con su esposa.
Y estas historias prenden fuerte en el alma de los lectores porque lo cierto es que nosotros humanos, la mayoría de las veces idealizamos lo que buscamos y cuando lo encontramos, lo acomodamos a nuestras necesidades que no siempre coinciden con el objeto de nuestro deseo. El enamoramiento, las carencias, el anhelo de satisfacción y la pregunta no tarda en llegar: ¿es preferible vivir un amor imperfecto y real o imaginar una fantasía perfecta que nunca se cumplirá?
Cuanto más inalcanzable es el amor más deseable se vuelve. En la literatura, el cine, la música y la poesía, el amor inalcanzable es glorificado como el más puro, noble o verdadero. Desde Tristán e Isolda en las leyendas de la Edad Media hasta el amor de Rose y Jack en Titanic, la cultura nos ha enseñado a admirar ese tipo de amor. La mágica combinación de fantasía, intensidad emocional y deseo hacen que la mente humana valore más aquello que es difícil de conseguir. Cuando alguien es inalcanzable, se convierte casi en un reto emocional. El amor inalcanzable es una forma de amor que vive más en la imaginación, donde todo es posible y perfecto. Sin lugar a dudas Shakespeare, que era un intérprete de la condición humana, lo tuvo muy en cuenta cuando escribió la historia de dos jóvenes que se enamoran profundamente, pero cuyas familias rivales impiden ese amor. Apasionado, trágico, finalmente inalcanzable Romeo y Julieta es posiblemente la historia de amor más famosa de la literatura occidental.
La literatura es siempre un viaje en el tiempo de manera que bien podemos pasar del siglo XVI al siglo XX donde lo inalcanzable también se sublima. Recordemos El gran Gatsby de F. Scott Fitzgerald. En esta novela, el protagonista Jay Gatsby vive obsesionado con recuperar a Daisy, su amor del pasado. Aunque se reencuentran, las circunstancias sociales y personales han cambiado, y Daisy no está dispuesta a dejar su vida por él.
Una pequeña obra de arte es La soledad de los números primos de Paolo Giordano, la historia de dos seres con experiencias traumáticas que se atraen pero no logran unirse. Como los números primos gemelos: siempre próximos, nunca juntos.
Y no puedo dejar de mencionar la que para mí es la mejor novela romántica de los últimos decenios: El amor en los tiempos del cólera de Gabriel García Márquez, también llevada al cine. Florentino Ariza y Fermina Daza son los protagonistas. Fermina se casa con otro hombre y vive toda una vida ajena a Florentino, quien espera más de 50 años por esa mujer inalcanzable. Romántico por naturaleza Márquez no resiste la tentación del happy end y entonces, el amor que ha sido inalcanzable durante toda su juventud se consuma en la vejez, con un desenlace para alquilar pañuelos.
El amor platónico suena como una melodía eterna con arpegios y armonías propias y además de Idealizado e inalcanzable, como mencioné más arriba, cuando es también desinteresado alcanza la esfera de lo místico. El amor místico en la literatura es una forma de amor que trasciende lo físico y lo romántico para convertirse en una búsqueda espiritual, una unión con lo divino o con lo absoluto. A menudo se representa como un deseo profundo de fusión con algo más grande que uno mismo: Dios, el alma del mundo, la belleza ideal o incluso el recuerdo de un ser amado. Aunque es un tema frecuente en la literatura religiosa y poética (como en San Juan de la Cruz o Santa Teresa de Jesús), también aparece en la novela moderna y contemporánea, a veces en forma simbólica o disimulada. Por ejemplo: La vegetariana de Han Kang (Premio Nobel 2024), en esta breve historia la protagonista deja de comer carne tras un sueño. Su rechazo al mundo material se transforma en una búsqueda extrema de pureza y fusión con la naturaleza, con pasajes donde el deseo se vuelve místico, vegetal, abstracto.
La narrativa moderna se aleja del dogma religioso para convertirse en una metáfora de la trascendencia, la entrega absoluta o el deseo de fundirse con algo eterno.
Y para completar lo expuesto en un principio, también debemos hablar del amor desinteresado. Un amor que no busca retribución ni beneficio personal. Se caracteriza por la entrega, el cuidado del otro por encima de uno mismo, y muchas veces se vive en silencio o con renuncia. Este tipo de amor se caracteriza por la entrega sin esperar reciprocidad ni recompensa. Es un amor que prioriza el bienestar del otro, incluso si eso implica la renuncia, el silencio o el sacrificio. En la narrativa, suele expresar una forma de afecto puro, muchas veces silencioso o postergado. Para encontrar un claro ejemplo no hace falta escarbar demasiado, La dama de las camelias de Alexandre Dumas hijo nos cuenta la vida de Margarita, una cortesana enferma que renuncia a su amor por Armando para no arruinar su reputación social. Lo ama tanto que prefiere que él la odie antes que verlo sufrir el oprobio por ella.
Más cerca de nosotros, cronológicamente hablando, este tipo de amor también es materia de historias absolutamente hermosas como es el caso de La luz que no puedes ver de Anthony Doerr. Ambientada en la 2º Guerra Mundial la historia no es puramente romántica, sin embargo nos atrapa, nos conmueve y nos moviliza la relación entre Werner y Marie-Laure con un tono amoroso, delicado, matizando la entrega absoluta de Werner que arriesga su vida por Marie, sin esperar nada.
El amor desinteresado en literatura es un gesto de generosidad emocional y moral. A través del tiempo, ha representado el ideal de amar sin poseer, cuidar sin dominar y dar sin esperar retorno, ya sea en relaciones románticas, familiares o sociales.
El amor puede ser una fuerza que, más allá del cuerpo, eleva el espíritu y enriquece el alma. En cada palabra, en cada historia, se perpetúa la magia de amar sin límites, y en la amalgama de palabras, personajes y universos, el legado del amor platónico se convierte en una invitación perenne a transitar entre lo tangible y lo etéreo.
En cada palabra y en cada historia, se esconde el legado de aquellos que, desde Platón hasta nuestros días, han osado amar sin límites. Porque solo quien haya amado de manera idealizada, inalcanzable o desinteresada, ha conocido el verdadero amor y si lo has conocido y además te dedicas a la escritura, el mundo de las historias es tuyo. El amor siempre florece como un ideal eterno y nunca pasa de moda.

Profesora de escritura creativa y coordinadora de talleres literarios, editora y correctora literaria, reseñadora y crítica literaria.
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