Las bibliotecas de los grandes (2)

Continuación de (1)

Sin niñez, sin imaginación, sin fantasía, sin bibliotecas, ¿qué nos quedaría? No tendríamos pasado ni futuro, dijo alguna vez Ray Bradbury. Y cuando se menciona este autor quién no recordará su libro emblemático: Fahrenheit 451, la novela presenta una sociedad estadounidense del futuro en la que los libros están prohibidos y existen bomberos que queman cualquiera que encuentren. Admirador declarado de Rice Burroughs y de Julio Verne, se consideraba a sí mismo “un narrador de cuentos con propósitos morales” y le gustaba identificar su género con la fantasía. En una entrevista declaró:

Aprendí a leer cuando tenía tres años, me encantaban las tiras cómicas, los dibujos animados los domingos; tuve un libro de cuentos cuando tenía cinco años y me enamoró leer todas esas historias maravillosas como La bella y la bestia, Juanito y los frijoles mágicos. Y así empecé con la imaginación. Cuando tenía tres años vi mi primera película y me enamoré de las imágenes en movimiento: El jorobado de Notre Dame; anhelaba crecer para ser un jorobado. A los cinco vi El fantasma de la ópera con Lon Chaney, quedé embobado. Vi una película de dinosaurios y los dinosaurios llenaron mi vida. Y entonces, a la edad de seis años comencé a leer sobre los dinosaurios. Cuando tenía seis años viajé con mi familia desde Illinois a Tucson, Arizona. Cada vez que parábamos en un hotel de ruta a descansar, yo corría a la biblioteca acompañado por las hojas de octubre silbando conmigo. Esperaba encontrar El maravilloso mago de Oz de Frank Baum, y Tarzán de Edgar Rice Burroughs, o cualquier libro que hablara de magia. (…) Y mi tía me introdujo a Alicia en el país de las maravillas y a Un cuento de Navidad de Charles Dickens.

Sus palabras nos explican por qué los libros estaban en el centro de su vida y la imaginación era ese hilo conductor que le permitía vivir en un mundo real a sabiendas de que lo fantástico también puede existir, aunque más no sea el breve tiempo que dura la lectura y que él supo prolongar en sus propias historias.

Concluir con frases remanidas producto de mi imaginación no sería estar a la altura de lo que las bibliotecas son, de lo que serán, de lo que representan, de lo que albergan. Por eso me remito a dejarles la reflexión de un grande entre los grandes que además de valiente fue un gran lector. Don José de San Martín dijo: “La biblioteca destinada a la educación universal, es más poderosa que nuestros ejércitos”.

Lo que sí voy a permitirme es una última reflexión. ¿Será por ese poder que tienen los libros que las nuevas clases gobernantes dejan de lado la cultura escrita, la cultura de la Literatura (con mayúscula) reemplazándola por la mediocridad de lo que habitualmente encontramos en los espacios culturales?

Una vez dejo a tu cargo, querido lector, la respuesta.

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Libros en el artículo

  • La Bella y la Bestia – Gabrielle S. de Villeneuve
  • El maravilloso mago de Oz – Frank Baum
  • Tarzán – Edgar Rice Burroughs
  • Alicia en el País de las Maravillas – Lewis Carroll
  • Cuentos de navidad – Charles Dickens
  • Fahrenheit 451 – Ray Bradbury

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