Poema para Almudena Grandes

Yo te estaba esperando.
Más allá del invierno, en el cincuenta y ocho,
de la letra sin pulso y el verano
de mi primera carta,
por los pasillos lentos y el examen,
a través de los libros, de las tardes de fútbol,
de la flor que no quiso convertirse en almohada,
más allá del muchacho obligado a la luna,
por debajo de todo lo que amé,
yo te estaba esperando.

Yo te estoy esperando.
Por detrás de las noches y las calles,
de las hojas pisadas
y de las obras públicas
y de los comentarios de la gente,
por encima de todo lo que soy,
de algunos restaurantes a los que ya no vamos,
con más prisa que el tiempo que me huye,
más cerca de la luz y de la tierra,
yo te estoy esperando.

Y seguiré esperando.
Como los amarillos del otoño,
todavía palabra de amor ante el silencio,
cuando la piel se apague,
cuando el amor se abrace con la muerte
y se pongan más serias nuestras fotografías,
sobre el acantilado del recuerdo,
después que mi memoria se convierta en arena,
por detrás de la última mentira,
yo seguiré esperando.

Los versos de amor del poeta Luis García Montero a su esposa, Almudena Grandes.

Almudena Grandes, falleció este sábado 27 de noviembre de 2021 en Madrid a los 61 años a consecuencia de un cáncer, fue una de las escritoras españolas más relevantes de las últimas generaciones, con obras como la serie “Episodios de una guerra interminable”: “Ines y la alegría”, “El lector de Julio Verne “, “Las tres bodas de Manolita”, “Los pacientes del doctor García”, “La madre de Frankenstein”, como también “Malena es un nombre de tango” o “Las edades de Lulú”.

“España se quedó más pequeña hoy; perdió ese país que era Almudena. Almudena Grandes tenía el apellido que iba con ella; con su grandeza de espíritu, su fuerza de mujer, su voz rotunda, sus letras recogiendo lo perdido de la historia. ¡Salve Almudena! Gracias”.

Gioconda Belli.

Almudena, la que miraba el pasado para corregir el presente.
Almudena Grandes entendía a la literatura como un acto de rebeldía y libertad.
No se puede entender España sin sus libros; podría decirse incluso que sus libros hicieron a España.

Con un afán de reconstrucción de la realidad de las mujeres después de siglos de opresión escribió: “Como en el mundo literario prevalece un principio de discriminación sexual que obliga a las escritoras a pronunciarse a cada paso acerca del género de los personajes de sus libros, mientras que los escritores se ven privilegiados y envidiablemente libres de hacerlo, me gustaría aclarar, de una vez por todas, que… creo que no existe en absoluto ninguna clase de literatura femenina… Pero sí una conciencia de batalla en la escritura”.

Con la enfermedad a pleno rendimiento tampoco dejó de escribir. El pasado 21 de octubre hizo saber de su enfermedad en su artículo de El País Semanal. Lo tituló Tirar una valla: “Seguiré estando aquí”.

Nació en Madrid el 7 de mayo de 1960, en el barrio de Chamartín. Estudió Geografía e Historia. Se licenció de lo mismo. Los primeros pasos en el oficio los dio escribiendo textos para enciclopedias, a la vez armaba relatos breves. Desde la adolescencia mostró un apetito extremo por la literatura. Lo mantuvo durante 40 años de novelas, de cuentos, de artículos, de compromiso político y cívico en favor de quienes no tienen sitio en la historia. O en la memoria.

Las casas de Almudena y Luis han sido durante años un lugar de encuentro, algo así como una plaza abierta de gentes de la cultura, de la política, de la calle. Ella presumía de hacer el mejor “cocido” de Madrid. Puede que lo fuera. Alrededor de una mesa con comensales las tardes pasaban entre versos, risas y anécdotas, como una plataforma de la felicidad.

Los asuntos ciudadanos que le importaban se proyectan hacia los otros. Su mensaje implica a los ‘acallados’, a los sin sitio, a los huéspedes de la periferia del poder.

Almudena, cuídanos a nosotros… desde el plano en el que estés.


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