¿Un taller para letras?

¿Qué es un taller literario?
Hoy por hoy, la avalancha de información nos ha puesto en tema desde hace rato. Quienes intentan escribir ficción saben a qué nos referimos cuando hablamos de Taller literario o Taller de escritura. No está de más refrescar la idea.

Si emparentamos el término Taller con lo artesanal, y a mí particularmente es el parentesco que más me gusta para la escritura, el Taller es un lugar donde se fabrica un producto a partir de la materia prima. Pero taller es también un lugar donde se repara, se arregla, se pone a punto un producto hasta tenerlo terminado.
Tenemos entonces por un lado la “Materia prima”: las Palabras y por otro lado el “Producto terminado”: un cuento, un relato, una novela, un poema.
Entonces, ¿de qué hablamos cuando hablamos de Taller literario? Un taller literario no es simplemente un grupo de lectura y corrección de textos libres, donde el tallerista suele llevar aquello que ha escrito y someterlo a la crítica del grupo, para que al final el coordinador opine y aconseje cómo mejorar el trabajo. Un Taller de esas características pronto se convertiría en un consultorio psicológico coordinado por alguien que conoce de letras, pero no de psicoanálisis.
Un taller literario va más allá de la simple producción circunstancial de textos, aunque esa sea su finalidad. Es más que un espacio apto para potenciar la creatividad innata de quienes se acercan, es casi un laboratorio donde se van experimentando técnicas, recursos, herramientas de escritura y, desde la práctica, a fuerza de prueba y error, paso a paso, el tallerista va adquiriendo la capacidad de seguir adelante por sus propios medios. Claro que esa independencia no será inmediata y aunque el costo no es alto, es necesario entregar algo a cambio. Lo primero que debería entregar alguien dispuesto a aprender a escribir, es su propio ego. Por más soberanamente idóneo que yo me considere, si me he acercado a un Taller literario es justamente para aprender y si de aprender se trata, la primera afirmación sería “Sólo sé que no sé nada”.

Ese primer paso es casi mágico porque sabiendo que no sé nada comprendo que me espera todo del otro lado. Claro que todo, a priori parecería mucho porque no solo de encadenar palabras se trata la escritura, la primera premisa es convertir la materia prima en mensaje y para eso la creatividad será una aliada incondicional y nuestro primer pilar. Todos somos creativos, todos podemos crear a la hora de escribir, solo hace falta dejar que las palabras se vayan acomodando una detrás de la otra. La escritura se potencia con el simple acto de escribir pero, ¿y si las palabras no se acomodan? Y esa es la segunda premisa que propone un Taller de escritura: aprender a acomodar las palabras para que el mensaje sea claro, para que la historia sea potente, para que nuestras historias se acerquen en calidad a esos relatos, a esos cuentos, a esas novelas que despertaron nuestras ganas de escribir.
Y como si tuviéramos poco con los anteriores interrogantes, es posible que surja una nueva pregunta: ¿Puede enseñarse a escribir literatura como se hace con otras disciplinas artísticas? Seguro que sí, no es solo un arte sino también un oficio. Siempre y cuando se encare esa enseñanza acompañando, desacralizando la literatura sin por ello bajar el tono literario que toda buena producción debe tener, es posible.
Existen talleres literarios presenciales y también con la modalidad online, que en los últimos tiempos se ha puesto tanto de moda. Yo personalmente prefiero y trabajo con la segunda modalidad ya que de esta forma se le puede ofrecer a los talleristas una atención mucho más personalizada e individual que los grupales y presenciales, además de que cada uno puede organizar sus propios tiempos. Trabajo con esta modalidad, no solo por los acontecimientos de la pandemia mundial 2020/2021 sino ya hace más de 15 años antes de estos sucesos y otros 10 años anteriores con clases presenciales. Sé de lo que hablo  😉
Si alguno entre ustedes, si cualquiera de quienes me leen tiene la sana intencionalidad de crear un texto literario con altura, con técnica, con ese no sé qué que encontramos en autores que nos conmueven, sin lugar a dudas entonces estaremos hablando de aprender a escribir y estaremos hablando de la funcionalidad de un Taller de escritura: aprender a escribir ficción.

Para eso debemos tener en claro que la meta no es alcanzar el Nobel pero tampoco utilizar la palabra como una simple catarsis de lo que hemos vivido, de lo que sentimos o de aquello que nos angustia.

La única forma de aprender a hacer arte es justamente haciéndolo. Sólo se puede aprender a bailar bailando, a pintar pintando, a cantar cantando y a escribir escribiendo. Pero hay que aprender a manejar las herramientas, técnicas e instrumentos.
Para quienes desean hacer literatura, y no simplemente una catarsis, quizás la exigencia sea distinta, mayor. Sin lugar a dudas quien llega a la escritura o quien busca perfeccionarse en ese arte, es ante todo un buen lector, un lector crítico que aprecia las buenas obras y que, sin imitar a nadie, intenta llevar al papel sus propias ideas de una manera más o menos pulcra o para entrar en la jerga: de manera literaria.
En definitiva: quien busca perfeccionarse en el arte de escribir intentará emocionar al potencial lector de la misma manera que él se emociona al volcar sus ideas en las historias. Esa es la premisa que nos une a todos los que buscamos hacer literatura solo que en ocasiones sentimos que no sabemos cómo ni por dónde empezar.

Sin hacer una apología del Taller de escritura, querido lector, esa ayuda es justamente la que un lugar de este tipo te acerca. Podríamos resumirlo diciendo que en ese espacio encontrarás: técnicas, recursos narrativos, herramientas de escritura, pero sobre todo el acompañamiento permanente de alguien que sabe y quiere que aprendas, practiques, y además, muy importante, que encuentres tu propio estilo, para que tus historias alcancen ese potencial que estás buscando.
Para concluir: un Taller literario o Taller de escritura, no es un ámbito académico donde impartimos clases teóricas frías y desmoralizantes. Un Taller de escritura no es una prolongación del consultorio del psicoanalista. Un buen ejemplo puede ser, cuando uno escribe un cuento, una pequeña historia, que al leerla se emocione hasta las lágrimas, eso es catarsis, pero el arte de escribir es lograr que esa emoción llegue al lector, que no sabe ni vivió tus experiencias. Un Taller de escritura ayuda a transmitir un mensaje que parte del que escribe, que nace de sus propios fantasmas, de sus propias vivencias, de sus propias fantasías reales o no y que llegan al lector con coherencia y la misma intensidad.

Un Taller de escritura, como todo taller, te muestra y te demuestra que las herramientas son fundamentales para convertir la materia prima en un producto terminado. Te acompaña en el proceso de encontrar tu propia voz, pero jamás lo hace desde la frialdad de la teoría sino desde la calidez que solo alguien que ama las Palabras puede brindarle a ese otro que también las ama.


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