1º Puesto
Palabras en sangre
de Carlos Sánchez
AGUJERO
A Camila le duelen los muslos y el cuello. Dice que en los oídos todavía escucha el bombo de la batería, la
guitarra eléctrica, los gritos de Raúl, los chillidos de las cabinas de sonido; que siente un peso en los
hombros. Yo le digo que me duelen los tobillos y la quijada; que me dieron un codazo al lado del mentón y
me dolió terrible; que también siento lo mismo en mis oídos y seguro nos demoramos mucho en dormir. Ella
cree lo mismo, que a pesar del cansancio ese bullicio en la cabeza no lo deja a uno hacer mucha cosa. Y yo
me acuerdo de mi primo Fabio que le agarró una tristeza que le nacía por los ojos a cada rato hasta que se
calmaba y se iba a descansar, decía que era imposible estar en silencio adentro. Y yo le comenté eso a Cami.
Y que escuchar a Raúl, a pesar de los gritos, le permitía a uno estar en silencio y liberarse de esa bulla. Ella se
calló y no dijo nada más, entonces yo traté de buscar algo para no ponernos tristes pero ella interrumpió y
dijo que siente que todo le grita por dentro. Me quedé quieto. Siguió hablando. Ayer mi papá casi le pega a
mamá, le tiró un vaso de esos de cristal que hay en la casa en toda la cara. Menos mal mamá se movió. Yo ví
eso y no supe qué hacer. Si gritarle al viejo o a mamá o llorar como una niña chiquita, o llamar un vecino o
algo, pero no, yo no hice nada. Yo no sé, Checho. Todo en la casa está muy duro. Yo sigo pasmado, con los
ojos mirando la ventana y las cobijas desde los pies hasta el cuello. No sabía dónde poner las manos,
entonces las cruce en el pecho como un difunto en un ataúd. Como mi primo Fabio cuando murió después de
tomarse muchas pastillas y tuve que verlo en el velorio. Dije algo, al fin. ¿Y fuera de la casa, te sentís bien? Y
otra vez arrancó. Yo no sé, Checho. Yo no sé. Una ya no sabe dónde se puede sentir segura. Hace quince días
estuvimos en una finca celebrando el cumple de Juli y la iban a entrar al baño a drogarla. Menos mal alguien
pasó por ahí y se alcanzó a volar y nos tocó irnos, y Juli llorando por culpa de una par de hijueputas. Yo no
sé, Checho. A mí todo el mundo me da miedo. Y otra vez no sé qué hacer. Muevo las manos, las pongo detrás
de la cabeza a ver si vuelve a funcionar acomodarse. Nada pasa. Solo el silencio.
Ella pregunta si hoy viene alguien a mi casa. No, hoy no viene nadie. Mamá está visitando al abuelo y papá
sigue ayudando en la finca a la familia de su hermana. Eso le digo. ¿Que si cocinamos o pedimos domi?
Mejor pedir domi porque afuera de esta cama hace un frío tremendo. Papas mexicanas con tres adiciones de
guacamole. Ese fue el pedido. Venían con Coca-Cola, pero nadie tomó. La Coca-Cola es la peor gaseosa del
mundo. Subimos las papas a la cama encima de dos platos, luego una taza con más guacamole. Pasamos la
comida sin nada para tomar. Estaba riquísima. Luego volvimos a apagar la luz y a mirar el techo. Ella puso
más música, algo raro en francés que sonaba hermoso. Rompió con el silencio que había entre la orilla y el
rincón, entre ella y yo. Que pone esa música para trabajar y estudiar para la universidad. Que estudiar la tiene
muy contenta pero que también es difícil porque el papá quería economía o algo que tuviera que ver con plata
y la mamá para presentadora o cosas de televisión. Pelean por eso, por el futuro de su hija. Que son muchas
cosas, que las que salían con ella en los recesos entre clases empezaron a reírse de los problemas que les
contó en algún momento y así dejó de hablarles porque le da susto, y ganas de llorar. Le brotaron lágrimas
igual que a Fabio, se le caían las lágrimas por toda la cara. Yo le pasé el brazo por debajo de la cabeza y la
arrimé hasta el pecho para tratar de abrazarla. La cobijé desde los pies hasta debajo del hombro. Y ella llora y
dice que no se aguanta. Que la vida le pesa. Que se siente como una mierda. Llora, me aprieta y se lamenta.
Así muchas veces hasta que se le van secando los ojos y le pesan los brazos, entonces respira más lento hasta
que se duerme. Pero yo sigo frío como si un espacio me sobrara en el estómago. La veo ahí, encima de mi
pecho, con su brazo y su pierna izquierda arriba mío. Silenciosa y pesada. Y trato de dormir mientras pienso
que a Cami no solo le duelen los muslos y el cuello.
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2º Puesto
No me gusta que escriban sobre mí
de Anastasia Hladij
1.”Nunca nadie se tomó esa molestia”
Mi mamá me inició en el culto al mate, el mate amargo, en su casa nunca tomaron mate dulce. No me acuerdo cuantos años tenía, pero me enseñó a cebar rápido con la intención de que fuera yo la que empezara a prepararlo todas las veces. Siempre me dicen que me queda rico igual. El mate fuerte le hace mal (menos a la mañana temprano) y espera que yo me tome los primeros hasta que se lave un poco, pero igual se pone impaciente, como si fuera ella la que arriesgara el hígado. Me parece que ahora me está empezando a hacer mal. “Nunca nadie se tomó la molestia de tomarse los mates fuertes por mí” o algo parecido, me dijo una tarde que estábamos mirando novelas turcas por Telefe, “yo no lo haría” le sorprendía el gesto.
2. “No empieces Anastasia”
Mi mamá está cansada de que le hable. Todas las noches la sigo a la cocina y le cuento, contra su voluntad, cualquier cosa que se me ocurre. Los fines de semana también, pero la sigo por la casa. Sé que me pongo densa, y que nunca me quedo sin tema (eso también le sorprende) “Tenés una capacidad increíble para irte por las ramas” ya sé, ma. Sabe que sé que le molesta y que no voy a parar por eso, también entiende, aunque creo que nunca se lo dije, que es una pequeña válvula de escape para mis obsesiones. Ella no es una persona obsesiva, pero su hermana sí, así que algo entiende. Y lo digo como si mi mamá no me quisiera escuchar, y no, la conversación empieza bien, pero a nadie le gusta tener una minita machacándole la cabeza mientras cocina. “Canto mal” Le dije ayer después de mi primera clase de canto en la existencia. “No empieces Anastasia”.
3. “El teatro te está haciendo bien”
Mi mamá me dijo que tengo una vena artística que no tiene nadie más en la familia. Después de mi primera obra hace unos meses, me dijo que no podía creer que había salido al escenario gritando, haciendo de una italiana loca y recién casada que acababa de llegar a la Argentina, un país que la enamoró más que su marido. Una suerte de comedia que, según me dijeron varios, les dio mucha risa. Ella pensaba que iba a aparecer toda tímida, o por lo menos no dando saltos y revoleando cosas, “El teatro te está haciendo bien” tendía una cama mientras hablábamos de mis últimos avances en el plano social. Me conseguí hace poco un grupo de gente con el que juntarme, y me animé a salir (a un boliche) para festejar la primavera. Me pareció que tenía mucha razón. (Hace poco una compañera de teatro también me lo dijo).
4. “La marca registrada”
Mi mamá se queja por todo, y a veces nos quejamos juntas. Ahí es cuando pienso que por ahí nos parecemos más de lo que pensamos. “Sos igual a tu padre” me dice siempre que le pregunto de eso “menos la parte de arriba, el remolino de las cejas es la marca registrada.” Del lado de mamá, todos tienen un remolino al principio de las cejas, que las hace ver despeinadas. Pero dentro de todo hay gente que dice que somos muy parecidas, y hasta nos confunden, yo siempre digo que es porque ellos seguramente no lo conocen a papá, y los que sí, la verdad no sé en dónde lo ven. Me parece que nuestro parecido está más en la personalidad, que no es la misma para nada, pero me voy dando cuenta cada vez más que tenemos muchas cosas en común. Como cuando una vez me confesó que siempre pensaba en todas las posibles tragedias que podrían pasar, y me sorprendí, porque sin darme cuenta también lo hago; estamos tan acostumbradas que ya no nos trauma. A las dos nos sube de vez en cuando ese cosquilleo por la médula espinal cuando nos hacemos conscientes de la muerte, y nos empieza a temblar el cuerpo, y respiramos entrecortado; pero después vuelve a bajar y nos olvidamos de todo, me da la sensación de que le pasa a todo el mundo en algún momento. “Menos mal que tenés la marca registrada, porque sino pensaría que no sos mi hija” me dijo otra vez que estaba en plena crisis dramática, algo que ella nunca tendría, mamá es más de los hechos y las soluciones.
5. “Es el Día Internacional del Petróleo”
Mi mamá siempre dijo que todos en la familia habíamos nacido en un día “importante” (9 de noviembre, 26 de abril, 21 de diciembre, 11 de septiembre…) menos ella. “¿No hay nada el 13 de diciembre?” le pregunté entonces, “Es el Día Internacional del Petróleo” Y aunque fue una respuesta sarcástica, le dije que el petróleo movía al mundo, que era algo bastante importante. Creo que nos reimos.
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3º Puesto
Sin título
de Erika Redonda
A veces pienso que todo es lindo visto desde afuera. en realidad es algo que todxs sabemos pero hay
momentos en los que indago más en la idea. hoy vinieron unas amigas de mi hermana más chica a casa.
siempre que vienen pasan por mi cuarto y me saludan. miran mis cosas y me miran. a las cinco bajé a la
cocina a hacerme un café y me las encontré hablando en la mesa. ana estaba contando que amalia y costan
eran novios. pensé en mi primer novio y en que se enojaba conmigo porque yo no le hablaba en el colegio
pero después, cuando llegaba a casa, lo llamaba por skype y le hablaba hasta la noche. se llamaba nico y era
mi mejor amigo. estábamos en esa edad en la que hablas hasta de lo que no sabes y pensas que con el solo
hecho de nombrar las cosas las entendes. una vez me hizo un planteo y me dijo que nuestra relación no podía
seguir así, que él quería darme la mano y si yo corría cada vez que me lo cruzaba no podía. según él, todos
los novios andaban de la mano.
mientras pongo a hacerse el café ana me pregunta si alguna vez tuve novio. le digo que si, que varios. ella se
ríe y me pregunta si todos eran varones, le digo que lamentablemente sí. ana una vez me contó que le
gustaban algunas chicas. me lo dijo como dándome una copa de cristal envuelta en papel dorado. quería que
le acaricie las palabras, que las contenga. yo le hablé de las chicas que me gustan endiosandolas, como si
fuesen algo eléctrico que te cambia la textura de la piel. ana se reía, movía las piernas, se acomodaba el pelo.
desde ese día siempre que me ve me pregunta cosas de amor. y yo siempre después de hablar con ella me
miro desde afuera y pienso que mi vida, para mi hermana y sus amigas, es hermosa. es raro mirarse desde el
lugar desde donde una miraba a la gente más grande. es raro ser la gente más grande. me doy cuenta de que
me sirve que ellas vengan y me usen de confidente porque a veces me olvido que las cosas pasan rápido y que
yo a su edad quería ser una chica como yo. a veces las cosas vienen en forma de agua y no las vemos. las
chicas de 12 años ven casi todas las cosas. ellas dudan y me hace preguntas como si después de estar
enamorada te sentís igual de mal que cuando te enfermas.
ayer fui a una lectura de poesía y conocí a Cecilia Pavón. no me acuerdo cuándo la leí por primera vez ni
cómo llegué a ella pero ayer la vi y, después de tanto leerla, no la reconocí porque en persona es más joven
que en las fotos. tenía puesta una campera rompevientos negra y violeta con calzas y tacos. el pelo mitad rosa
mitad azul. lenka me dijo que la gente que escribe poesía suele tener algo novedoso y que empieza a pensar
que la poesía te rejuvenece. yo nunca lo había pensado pero viendo a Cecilia pensé que tal ves sí, tal vez la
poesía tiene algo de elixir. lxs poetas leyeron en un cuarto oscuro. sus caras estaban iluminadas por las
linternas de tres o cuatro celulares. cada unx estaba disfrazadx de su poema. antes de que empiecen Cecilia
dijo algo así como que halloween sirve para liberarse de los demonios. después dudó y dijo que capaz eso era
solo una interpretación de ella. nos miró lento, profundo y dijo: “que los poemas nos ayuden a liberarnos de
los demonios”. lxs poetas leyeron en el sentido de las agujas del reloj. empezó a leer una chica leopardo con
un vestido multicolor. parecía una danza que iba cambiando la cadencia según el ritmo del poema. nosotrxs
lxs mirábamos desde los costados como si estuviésemos en presencia de un ritual. visto desde afuera parecía
que algo estaba por prenderse fuego con tanta intensidad que las cenizas llegaban a nuestros pies. una chica
vestida toda de rojo dijo que quería sentir todo rojo. un chico dijo que el surrealismo ya murió. una chica leyó
dos mails nunca enviados a dos de sus ex. todxs lxs presentes se rieron. pensé en todos los mails que ninguno
de nosotros mandó. tal vez mientras la chica leía se condensaron en una nube arriba de nuestras cabezas y nos
miraron desde las alturas. todxs tenemos cosas no enviadas. cuando terminó la ronda se apagaron las linternas
y aplaudimos. desde afuera tal vez parecía que estábamos aplaudiendo a la oscuridad.