Érase una vez en …

Ahora en versión libro
“Érase una vez en Hollywood”, el cineasta Quentin Tarantino publica su primera novela, basada en su largometraje de 2019.

La novelización: ¿de la pantalla al papel? Desde el primer film existente -datado en 1888- hasta la actualidad, son decenas de miles las obras literarias, narrativas, dramáticas, poéticas o ensayísticas, que han sido adaptadas al cine -y a la televisión-. Es decir, hay ríos de tinta, innumerables libros, artículos, etcétera, pero siempre del papel a la pantalla.

La palabra novelización significa la adaptación al género novela de otros formatos y géneros artísticos. Puede ser, para quedarnos en el género narrativo, de un cuento, un relato, un ensayo, hasta de un artículo periodístico, pero también, ¿de un video juego… de una serie de televisión y hasta de una película?
Por lo normal se conoce más el caso opuesto en que una novela se adapte a una película y creo que todos conocen el dicho: “El libro es mucho mejor…”
Pero entonces, ¿qué ocurre con el fenómeno inverso, con las obras que se adaptan de la pantalla al papel?
Sobre esto hay mucho menos escrito y analizado, se cuenta que es debido a que el nivel de calidad literaria resultante sería inferior y a los críticos y académicos les gusta escribir sobre lo bueno, no sobre lo malo ni sobre lo menos bueno o lo considerado inferior artísticamente. Pero creo, personalmente, que el problema está en otra parte. Y ya que estamos hablando de calidad, no creo que el asunto o la falta de calidad venga por ese lado sino por la experiencia y las competencias, tanto del adaptador que trabaje desde una novela para convertirla en una película, el llamado guionista, como del novelista que quiera escribir una obra basada en una película. Y aquí la clave es que son dos formatos completamente distintos.

La escritura de un guion es algo totalmente diferente a la escritura que se conoce normalmente como de ficción, ensayo o cualquier otra forma literaria.
La mayor diferencia es que un guion será transportado a la pantalla en imágenes. Como dijo John Carpenter: “Las películas deben convertir las cosas mentales en físicas”.
En la escritura de una novela, el autor puede meterse en la cabeza del protagonista y contar lo que piensa y lo que siente, en el guion eso no es posible. Además, como vemos siempre en el curso de Guion cinematográfico del Taller Literario Palabras, muchas veces una trama que funciona muy bien en una novela, justamente por lo que dijimos anteriormente, no puede funcionar en una película, y entonces habrá que tomar una trama principal y usarla como secundaria o desecharla, y viceversa, y muchas veces quizás tomar solo una parte de la historia para usarla en la adaptación, tanto en la escritura o adaptación de un guion cinematográfico como en la escritura de una novela adaptada desde una película.

Creo que aquí es donde más errores pueden cometerse y ahí sí, aparece la pérdida de calidad de la que se habla.

“La película no es fiel al libro…” es algo que muchas veces se escucha, pero si se entiende bien, y ya que estamos hablando de la escritura, un guion cinematográfico, por todo lo que dijimos antes, no puede ser fiel a un libro, literalmente. Pero sí, y ahí está el arte, el guion puede y debería mantener el tema y el mensaje de la novela y que este llegue al espectador.
Y si volvemos al tema de este artículo, en la novelización de una película, se debería ser muy minucioso, cuidadoso e inteligente para convertir las imágenes en palabras y adaptarlas al género novela para que funcione y lleguen al lector.

Hay que aclarar que la novelización de películas cinematográficas de ficción tampoco es algo nuevo, sino que se remonta a los mismos orígenes del cine. Un primer ejemplo notable sería en Francia el serial de películas Les vampires (Los vampiros, 1915-1916), dirigidas por Louis Feuillade. Los guiones fueron novelizados por George Meirs y el propio Feuillade y distribuidos como libros, en las ediciones parisinas de la Librairie Contemporaine que hoy son objeto de coleccionistas.
En los años veinte, un ejemplo exitoso de novelización fue el de la película de misterio La casa del horror (1927), dirigida por el gran cineasta Tod Browning quien encargó transformar la película en novela a una autora especialista Marie Coolidge Rask. El resultado fue el libro “London After Midnight”.
En la década de 1940 el ejemplo más justamente célebre de novelización, tanto por su alta calidad literaria como por su popularidad es la novela de Graham Greene “El tercer hombre” (1950), escrita a partir de su propio guion, escrito en 1948, que dio lugar a la película homónima. La lista es interminable y así llegamos a nuestros tiempos con la novelización escrita por Ann C. Crispin de “Star Trek” y “Piratas del Caribe”. Estamos ante un fenómeno imparable, repetitivo e industrial. Pero no siempre lo industrial produce obras sin valor artístico, en ocasiones surgen obras maestras absolutas, como “Interestelar”, novela de Greg Keyes (2014) que noveliza el magnífico guion original y película de Christopher Nolan y su hermano Jonathan.

Quentin Tarantino, siguiendo esta tradición, publica su primera novela adaptada de su película de 2019 “Érase una vez en Hollywood”, que sale a la venta en julio de 2021.

Veremos cómo funciona.


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