Con M de mujer

Madre. Maravillosa. Maga. Misteriosa. Con M de mujer se escribe la historia de las mujeres a través de la Historia. Una historia que plagada de Metáforas también lo está de Mentiras convenientes.
Maestra. Magnética. Médica. Manzana…
Sí has leído bien Manzana, y es que… todo empezó con una Manzana. La supuesta fruta prohibida que Eva, la primera mujer de la humanidad, probó, la Manzana con que teóricamente tentó a Adan, el primer hombre. Digo supuestamente y teóricamente porque en la Biblia no está escrito el cuento tal cual como desde la oralidad llegó a nuestros oídos. Y es que la Biblia fue escrita por hombres y por hombres con poder fue interpretada desde tiempos inmemoriales y desde entonces nos han hecho creer que la madre de todas las mujeres: Eva, probó el fruto prohibido y tentó a Adan a hacer lo mismo y entonces, por culpa de Eva y el supuesto pecado, teóricamente y en la práctica, el resto de las féminas heredamos la culpabilidad. Mentira, porque también nos contaron mentiras, como la de la manzana que es en realidad una metáfora aunque la religión nos habla de pecado y nos hizo creer que la mujer es mala y tienta al hombre que es bueno, y este se convierte en pecador por culpa de ella. Ergo, hay que someter a la mujer para que el mal, el pecado no se propague por el mundo.

Pero basta con acceder al Antiguo Testamento para enterarnos de cómo fueron de verdad los hechos o supuestamente, porque la Biblia es también un cuento fantástico, una ficción, un cuento del cual la religión usó y abuso. Porque fue desde esa interpretación muy sui generis cuando empezó esta idea de relegar a la mujer, y como reflejo del mal, del pecado, situarla en una escala de valores inferior al hombre, una segregación que con el tiempo trajo duras consecuencias y negó lisa y llanamente la verdad. Porque la mujer no es pecadora sino Magnética, ejerce su atracción no la impone.

Pero volvamos al comienzo de la humanidad. Antes de la manzana la cosa no era así.
Si nos retrotraemos a la edad de piedra, aparecen los verdaderos roles de la mujer a quien no se relega sino que se enaltece. Multiplicar puede ser el verbo que mejor la representa en los primeros siglos de la humanidad. En el paleolítico, las mujeres se dedicaban a la caza, la pesca y recolección, multiplican los alimentos para hacer posible la subsistencia y por si eso fuera poco, eran las responsables realmente de multiplicar la especie. El hombre no intervenía conscientemente en la procreación, era más bien una parte necesaria para que la especie se propagara. El Misterio de la Maternidad les pertenecía. Ellas, que empezaban a escribir la historia con M de mujer, guardaban en sus propios cuerpos el misterio y el conocimiento del nacimiento, eran las Madres y dirigentes de la civilización y sus conocimientos se multiplicaban mediante la transmisión generacional, una progresión de saberes heredados a las jóvenes por las enseñanzas de las madres-ancianas, principio sobre los cuales se adaptaban las enseñanzas y las funciones sociales. La Mujer desempeñaba labores de administradora, cuidaba de los hijos o fabricaba útiles (herramientas, piezas de arcilla, prendas de vestir) y, desde la aparición de la agricultura, también trabaja como recolectora. La prehistoria fue quizás el momento histórico que más ha respetado a la mujer que jugó un papel fundamental desde los inicios de la cultura humana. Maestra, Madre, Médica (curandera), Maga (sacerdotisa y hechicera), la existencia del matriarcado en la Prehistoria es incontestable.

Los albores de la humanidad han sido materia de cientos de páginas por lo tanto son innumerables los libros que podría recomendarles, de entre ellos rescato la maravillosa saga Los hijos de la tierra, de la autora estadounidense Jean M. Auel. La protagonista de la serie es una mujer cromañón llamada Ayla. Ambientada en la época del Pleistoceno en la que en Europa convivieron dos especies humanas: los Homo Sapiens y los Homo Neandertales. Durante la narración se deja entrever en varias ocasiones que los cromañones están desplazando poco a poco a los neandertales, quienes se dirigen lentamente hacia la extinción, al no poder competir con el nuevo rival más avanzado tecnológicamente. No casualmente la autora elige el punto de vista de una mujer, Ayla es la pieza esencial para que funcione el mecanismo social de las diferentes comunidades. La saga consta de 6 libros, es de largo aliento pero vale la pena.

Atrás queda la Edad de piedra y la humanidad pareciera avanzar hacia una presunta superación.
Vamos a ubicarnos 3.200 años A.C. para volver sobre palabras clave como Misterio y Matriarcado. La civilización egipcia es la más antigua que se conoce y una mujer fue capaz de cambiar la historia con sus decisiones, de conquistar a los conquistadores, una mujer capaz de poner en jaque al incipiente imperio romano. Fue culta, disciplinada, astuta y complaciente cuando era necesario, su verdadero atractivo no era su físico sino su intelecto. Cleopatra, por supuesto, la Reina del Nilo que enamoró a Marco Antonio y a Julio César, la misteriosa mujer que antes de actuar estudiaba el carácter, la compostura, las inclinaciones y el genio del hombre a quien pretendía subyugar. En este caso, la recomendación recae sobre la obra de Margaret George, Memorias de Cleopatra. Cualquier resumen resultará insuficiente ante la magnificencia de esta saga que consta de 3 libros.

La Manzana como el fruto prohibido entró en escena gracias (o por desgracia) al catolicismo mal entendido. La Biblia no dice que Eva tentó a Adán, solo dice que ella probó y que Adán viendo que era comestible también la probó, pero nunca lo hizo bajo coacción ni tentación. Lo que hizo luego Adán al ser castigado por Dios es echarle la culpa a Eva de haber comido la fruta prohibida. Y así el hombre comienza a poner sobre las espaldas de la mujer la razón de todos los males. ¿Por qué? Porque la mujer muestra y demuestra su inteligencia y la inteligencia no solo genera envidia sino que empieza a ser peligrosa. Porque es intuitiva y decidida, porque es eficiente y atrevida, porque como Eva se atreve y porque se atreve es Maravillosa. Y porque es Maravillosa, el hombre, espejo de Adán, el hombre que aún no ha descubierto que puede caminar a su lado, la relega y carga las culpas sobre ella.

Así llegamos a finales del siglo III de nuestra era donde aparecen sociedades humanas más complejas y los primeros grandes asentamientos humanos donde la mujer pierde protagonismo, pierde voz, pierde poder de decisión. Su lugar estaba en el hogar y su rol limitado al cuidado de la familia. El hombre toma las riendas del control político y social y se convierte en responsable también de conducir a la humanidad hacia su propia destrucción.

Sin embargo, la mujer seguía escribiendo su propia historia con M de mujer y fue así que a fuerza de perseverancia y magnanimidad hubo mujeres que no bajaron los brazos y no se limitaron simplemente a ser Madres y mucho menos Manejables. Como muestra basten dos botones (dos mujeres) que la historia se encargó de reivindicar. Me refiero a Juana de Arco y a Leonor de Aquitania. Más conocida sin duda la primera de ellas no así doña Leonor, que los invito a conocer por medio de la biografía novelada Leonor de Aquitania de Pamela Kaufman. Para quienes quieran conocer más de cerca a la versión francesa de la mujer Maravilla recomiendo Juana de Arco de Mark Twain,un relato realista, vigoroso, magnífico y evocador, que nos transporta al dramático contexto de la Guerra de los Cien Años.

Has recorrido un largo camino Muchacha, Mujer, has sostenido tus Miedos y los has convertido en capacidades. En el medio entre lo que fuiste y perdiste conquistaste logros que te permitieron renacer, que te permitieron florecer.
Has logrado el derecho al voto. Y basta con leer las páginas de la apasionada y brillante campaña de Clara Campoamor a favor del derecho de la mujer al voto, reflejada en su libro: El voto femenino y yo: mi pecado mortal.
Has logrado el derecho a la propiedad, el control sobre tu propio cuerpo con el derecho a la reproducción.
Has logrado el derecho al trabajo. El segundo sexo de Simone de Beauvoir no es una novela per se, sin embargo es una lectura fundamental sobre la condición de la mujer en la sociedad, incluyendo su derecho al trabajo.
Has logrado el derecho a ocupar cargos gubernamentales aunque la batalla fue dura. Hay un puñado de lecturas que hablan de las mujeres activas en pleno espacio público, fuera de la domesticidad, con roles que no eran bien vistos para su género o en situaciones relevantes que sólo podía ocupar un pequeño número de ellas.

Y el camino nos trae a nuestros días donde, si dejamos de lado reivindicaciones tontas de algunos colectivos que siguen intentando establecer jerarquías y ahora ponen al hombre debajo de la mujer, lo que has logrado tú Mujer sensata, Mujer práctica, es mostrarle al mundo que la diferencia de géneros es solo una cuestión externa. Quizás a lo evidente desde el exterior se sumen ciertas cualidades sobresalientes, las hay tanto de un lado como del otro, pero la verdadera Mujer de este siglo sabe que de ninguna manera esas cualidades sitúan a una debajo del otro, ni viceversa. Porque tú Muchacha, Mujer has luchado por la igualdad de manera que por favor, no magnifiquemos y que sea como siempre hubo de ser: caminemos uno junto al otro por un Mundo mejor. Es lo que cuenta.

Y nunca olvides que todo empezó con una Manzana y todo termina con esa manzana, solo que ahora puedes morderla, masticarla sin el peso de la culpa y con el convencimiento de cientos de siglos que te han otorgado la sabiduría de no avasallar ni ser avasallada sino de escribir tu nombre con M de Mujer.

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Libros en el artículo

  • La reina del Nilo (1) – Margaret George
  • El segundo sexo – Simone de Beauvoir
  • El voto femenino – Clara Campoamor
  • Juana de Arco – Mark Twain
  • Leonor de Aquitania – Pamela Kaufman
  • El clan del oso cavernario (1) – Jean M. Auel

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