La historia en la Historia

La novela suele ser uno de los formatos preferidos por la mayoría de los lectores del mundo. Quizás sea la lectura que siempre te acompaña, un libro hoy, otro la semana que viene, siempre que eliges tu próxima lectura te decantas por la novela. Y llega un día en que como lector has crecido y has disfrutado tanto que te decides a dar un pasito más y convertirte en escritor.

Una vez más la novela es el formato que más te atrae, porque es el que más conocés y el que sabes que puedes dominar. En fin, dominar es una palabra demasiado ambiciosa cuando alguien escribe su primera novela de todas formas, y como siempre hay una primera vez, quizás sea más acertado decir que la novela será en algún momento un género que llegarás a dominar y mientras tanto te propongo intentarlo y disfrutar del camino.
Y para no morir en el intento, por medio de un curso adecuado, ya que el arte siempre debe ser estudiado y practicado, asegúrate de dominar la estructura y los condicionamientos que una novela requiere. Siempre aconsejo a mis Talleristas citándoles un refrán viejo como el mundo mismo: Vísteme despacio que estoy apurado. Es decir, paso a paso, primero declárate competente para escribir una novela y una vez hecho esto, sigamos disfrutando del camino.

Ya has elegido la novela como formato y te has declarado competente para abordar tu historia, ahora toca elegir un género.
Existen muchos géneros literarios, me dirás, y todos me han gustado, agregarás, de una forma u otra esas historias me han hecho pasar horas maravillosas, terminarás por decirme casi emocionado recordando algunos títulos. Créeme que comparto tu emoción y sé lo difícil que es decantarse por un género en particular cuando (si eres como yo) casi todo lo que lees te agrada. Voy a acercarte una ayuda y ya no te pediré que elijas, te propongo uno de los géneros literarios de éxito más actuales para escribir una novela: el género histórico, es decir, la Novela Histórica.
Caramba con la propuesta, pensarás, e inmediatamente se te vendrá a la mente cientos de títulos a cual más atrapante. Arriesgo algunos: El último judío de Noah Gordon, Los pilares de la tierra de Ken Follett, Sinuhé el egipcio de Mika Waltari, Yo Claudio de Robert Graves. La lista sería infinita, te propongo completarla con tus autores o historias preferidas.

Pero ahora déjame entrar en tema para hablarte de la historia en la Novela Histórica.
Para eso de acá en más Historia con mayúscula se referirá a los hechos del pasado e historia con minúscula a los hechos de tu novela.
En principio no olvidemos que estamos frente a un género narrativo: la novela. Lo primero que debemos plantearnos, como ante cualquier historia que estamos a punto de comenzar es ¿Qué quiero contar? Y es precisamente en este punto en donde la novela histórica debe cumplir una de sus funciones; pretender dar una explicación de por qué un acontecimiento fue de una forma y no de otra o por qué un personaje actuó de un modo y no de otro o en algunos casos la verdadera historia de la Historia que no se conoce.
Lo que no hay que perder de vista es que en la Novela Histórica, la frontera de lo cierto y la ficción se diluyen en el misterio de la historia que estás contando que necesariamente tendrá su cuota de ficción, por eso es importante responder a la Historia pero también tener en cuenta la historia. Lo que tenemos que tener en cuenta es que si nos inclinamos sobre el hecho histórico corremos el peligro de hacer un texto de Historia; y si lo hacemos al revés, es decir, si priorizamos la ficción estaremos entrando al terreno de la novela de ficción y la Historia será solo una ambientación. Lograr un equilibrio entre realidad y ficción, entre la Historia y la historia es quizás lo más difícil.

Algunas preguntas previas serán necesarias: ¿Serás fiel a los hechos históricos? o ¿Plantearás la duda de cómo ocurrieron realmente? ¿Los hechos que cuentes serán concluyentes? o ¿Solo una conjetura que despertará suspicacias? Cada escritor deberá definir en qué punto plantea su equilibrio.

“(…) el novelista es el historiador del presente, el historiador es el novelista del pasado. Uno y otro deben inventar la verdad.” Afirmó alguna vez Simon Leys, escritor, ensayista, crítico literario. Y lo maravilloso de la novela histórica es que puedes ser las dos cosas a la vez.

Un historiador omitirá aspectos que la investigación no le haya aportado, no dejará espacio para la inventiva o bien advertirá que la reconstrucción de los hechos es solo hipotética. Un novelista en cambio partirá de una base Histórica para construir un mundo de ficción verosímil pero ficticio al fin. Por eso para que una novela funcione como tal, los límites entre ficción y realidad, deben parecer difusos. Parece una tarea sencilla y no lo es.

Una buena obra histórica es una escena o una situación de la Historia vista desde el punto de vista de los individuos afirma John Arden autor de “Las rosas de Eyam que narra el heroísmo de una pequeña aldea de Cerbyshire en la época de la Gran Peste de Londres.

Por eso, yo agregaría que dentro de tu historia lo maravilloso es que la ficción te permitirá la entrada de nuevos personajes, esos que la Historia no ha conocido porque no existieron pero podrían haber existido, no olvides que los personajes son los que dan vida a tu historia y son los que podrían haber escrito la verdadera Historia. Y no dejes de lado la idea de que puedes atreverte a situaciones totalmente inventadas, basta con que seas coherente con la Historia y el contexto donde se desarrollan los hechos.

El “tema central” de una novela es decir la idea básica a partir de la cual se desarrollará la historia, normalmente es algo abstracto: celos, ambición, venganza, etc. un buen tema por lo general es atemporal por eso podrás elegir el que más te convenga.
El tema de una guerra, por ejemplo, puede ser tratado de distintas maneras: la lucha por un trono, una batalla entre hermanos, etc. La ambición puede devenir en avaricia, crueldad, muerte, y tantas otras cosas.
El trabajo, digamos fino, de mostrar una historia que contenga cualquiera de estos temas u otros no se centra en la opinión del autor sino en presentar los hechos y dejar que el lector saque sus conclusiones, por eso el “argumento” deberá basarse en acciones, en hechos y dejar de lado esas largas peroratas que sin duda esteremos tentados de escribir porque el género se presta para explicaciones complementarias. Recuerda que esas explicaciones solo las necesitas tú como autor para de alguna forma justificar los hechos. No hacen falta, solo aburrirás al lector que está esperando que tu historia sea fiel a la Historia pero que tenga vuelo propio. Y nunca pierdas de vista que se trata de una Novela Histórica, y NO de un ensayo histórico. Tus opiniones no tienen peso sino a través de los ojos y las acciones de tus personajes.

No hay nada nuevo bajo el sol de la literatura, es cierto. Hasta el cansancio se ha escrito sobre el amor, el odio, los celos, etc. Pero no desesperemos porque la literatura no ha muerto y la originalidad queda entonces en la mirada nueva que podamos aportar.

Observemos una situación determinada, por ejemplo María Antonieta ante la inminencia de su muerte. El final de la Reina de Francia todos lo conocemos pero y si la historia la contara algún allegado suyo ¿Cómo se sintió? ¿Qué actitud tomó frente a lo inevitable? ¿La acompañó? ¿La abandonó? Ese personaje nos cuenta la historia de María Antonieta y mientras la cuenta qué siente: ¿la quiso?, ¿la odió?, ¿la cuidó? El “tema” que traspase entonces toda la historia podrá basarse en la mirada de un personaje que la historia formal pudo haber pasado por alto o que simplemente no existió pero que tu novela puede inventar. Eso hizo María Vallejo Nágera en su libro sobre María Antonieta “La nodriza”.

Cuando Marguerite Yourcenar o Ken Follet o Mika Waltari o Colllen Mc Cullough y tantos otros, recrearon sus obras en hechos del pasado, estaban describiendo las mismas sensaciones, las mismas miserias, los mismos defectos y las mismas controvertidas virtudes del hombre del siglo XX o XXI.
Noah Gordon en “El último Judío”, Frank Baer en “El puente de Alcántara”, Robert Graves en “El Conde Belisario”, cuando recrean historias del pasado hablan de una aventura de toda la humanidad, de los pretextos que el género humano hace suyos para enfrentar la vida, para justificar una existencia, hablan de la venganza, del amor redentor, del ansia de poder de todo lo que habitó, habita y habitará el alma humana.

La guerra del fin del mundo, La fiesta del Chivo y El sueño del Celta, son excelentes novelas históricas y sin embargo Mario Vargas Llosa, su autor afirmó: Nunca he hecho Novela Histórica. Para mí, la Historia es materia prima.

La ironía de estas palabras resume el sentido de este género.
Lo importante en la novela de Historia es la historia.

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Libros en el artículo

  • El conde Belisario – Robert Graves
  • El puente de Alcantara – Frank Baer
  • El ultimo judio – Noah Gordon
  • La cancion de Troya – Colleen McCullough
  • La fiesta del chivo – Mario Vargas Llosa
  • La guerra del fin del mundo – Mario Vargas Llosa

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