Sin moverme de casa

Uno puede subirse a un avión, a un tren a un automóvil y emprender el camino hacia un continente, un país, una ciudad. Hasta acá la coherencia me acompaña. Pero resulta que sin moverte del living de tu casa también se puede emprender el camino hacia un continente, un país, una ciudad, en mundo fantástico. Ahora puede ser que muchos de entre ustedes crean que he perdido la razón. Nada de eso, sin moverme de casa puedo conocer el mundo entero y de hecho lo he realizado sin salir nunca de los límites de mi hogar. No se necesita ser muy suspicaz para darse cuenta que no me he subido a un medio de transporte sino que cabalgué sobre las páginas de un libro y realicé los viajes más sorprendentes, porque leer es viajar y quien diga lo contrario o nunca ha leído o no sabe lo que es viajar.

Llenos de fantasía, cargados de vivencias, de época o actuales, embriagadores espacios de otros siglos o del presente, imaginarios o reales, los escenarios que han servido de inspiración a grandes escritores me han permitido sentirme como en casa con solo dar vuelta las páginas de mi novela de turno. Desde mi propio derrotero, los invito a trazar la futura ruta del vuestro. Empecemos.

Primera parada: Suecia.
Estocolmo tan solo por su nombre evoca un contexto tan distinto de este cono sur donde reposa mi lugar de estar que no pude dejar de emprender el viaje y no puedo evitar compartir esos espacios, proponerlos como próximo destino. Abramos las páginas del primer tomo de la Saga Millenium: Los hombres que no amaban a las mujeres. El autor sueco Stieg Larsson ambientó la historia en escenarios reales de Estocolmo. Södermalm, por ejemplo, una isla situada al sur de la capital, es el lugar en el que se desarrollan las novelas, y vale la pena darse una vuelta por Google para comprobar que la casa de la hacker Lisbeth Salander, el café Mellqvist, donde Mikael Blomkvist y Lisbeth se citaban o el 7-eleven, el sitio donde Lisbeth se compraba comida precocinada son tal y como las palabras del autor los evocan. Estos son solo algunos de los sitios mencionados, la saga consta de tres libros escritos por Larsson y tres más, escritos post mortem por el autor también sueco David Lagercrantz. De manera que, si además eres fan de las sagas, el viaje promete prolongarse en el tiempo.

Siguiente escala: Barcelona. Si paladeas la música que el nombre de esta ciudad repetido una y otra vez te susurra al oído, entonces estás listo para sumergirte en La Barcelona en la que Carlos Ruiz Zafón ambientó los cuatro libros que componen la historia de El cementerio de los libros olvidados, otra saga más para los fanáticos de las largas historias. La puerta de desembarco se abre con el primer tomo: La Sombra del Viento. Acá habrá que estar preparados para viajar no solo en el espacio sino también en el tiempo. La Barcelona descripta por Zafón no es la ciudad que las imágenes actuales puedan brindarnos. Su autor se sumerge en una imaginaria Barcelona de la segunda posguerra los espacios reales en los cuales se recreó se mezclan con los imaginarios creando una argamasa mágica. Es real el Barrio del Raval, el Barrio Gótico, las Ramblas o calles como Balmes, Sarriá o la Bonanova, lo cierto es que el autor trata y describe la ciudad como un personaje más, envolviéndola de misterio, cubriéndola de un manto de bruma y llenándola de rincones oscuros que nos trasportan a la Barcelona de la revolución industrial, pero con un toque de fantasía. El propio Zafón cuenta que en sus obras, la ciudad es, a la par, escenario y personaje: “Mi ambición no es retratarla de un modo realista”, asegura el autor. Vale la pena porque lo que subsiste sumergido en ese mundo tan particular es la sensación de que Barcelona es una ciudad con música propia.

Esta vez, y por qué no, desde Argentina, demos media vuelta al mundo y aterricemos en Kyoto, Japón recorriendo las páginas: Memorias de una Geisha. Kyoto es un destino ideal para un viajero que quiera conocer el tradicional estilo de vida japonés junto con otra costumbre que fascina a los occidentales: las geishas. Memorias de una Geisha es el alimento ideal para la curiosidad de muchos lectores por esta tradición que fue desbancada poco a poco con la Segunda Guerra Mundial. El viaje acá es también en el tiempo, durante la Segunda Guerra en el Kyoto donde se desarrolla la novela de Arthur Golden las geishas vivían y trabajaban, y aún hoy en día, en el distrito de Gion se pueden distinguir los vestigios de esos sitios donde las geishas dedicaban su vida entera al arte de entretener con su delicadeza y belleza. Y no solo la capital del Japón nos abre sus puertas, el autor también describe escenarios sórdidos que a pesar de eso, encandilan al lector por la extrema diferencia socio cultural. Eso nos sucede por ejemplo cuando viajamos a un pequeño pueblo a orillas del Mar del Japón, Yoroido, donde viven la protagonista, Chiyo, y su hermana mayor, Satsu.

Y como movida por la atracción de lugares exóticos, la siguiente escala que les propongo es Tánger, Marruecos, la novela: El tiempo entre costuras de María Dueñas que nos transporta al Marruecos colonial de los años 30, donde la tradición árabe convive en armonía con la multitud europea que fue llegando al protectorado en época de guerras, pintando un entorno lleno de misturas de colores, aromas y sabores. Es precisamente esta mezcla de especias y perfumes la que cautiva y enriquece la historia de Sira Quiroga en su aventura por Tetuán y Tánger, creando un ambiente lleno de belleza y exotismo y que hoy en día aún se puede apreciar en las dos ciudades. Si después de leer el libro palpitan en tu mente los recovecos de esos barrios, te sugiero no dejar de alimentar la magia y ver la miniserie que está tremendamente bien lograda.

En realidad he viajado tanto a lo largo de los últimos años que sin entrar en detalles puedo darte una lista de las ciudades que he visitado para que te dejes tentar. Con Paul Auster estuve en Nueva York, más precisamente en Brooklyn entre las páginas de Brooklyn Follies, y entre las páginas de Una habitación con vistas de E.M.Foster, conocí la ciudad de Florencia cuando el turismo no era tan masivo. El Madrid de los años ’80 se desplegó en mi mente al leer Los amigos del crimen perfecto de Andrés Trapiello que con esta novela ganó el Premio Nadal en 2003. El calor de Brasil se me pegó a la piel al leer Acre de Lucrecia Zappi, allí pasado y presente se trenzan para tejer la línea argumental de una novela que se parece a la vida. Gran Bretaña y los ingleses tan ligados a las letras, a las novelas y a la tradición, siempre fue mi escala preferida. Londres fue la musa de Charles Dickens y él me ayudó a conocer las sórdidas calles de esa ciudad durante la revolución industrial, el dolor de los niños plasmado por el autor inglés, con Oliver Twist como representante, se me ha quedado metido bajo la piel junto a la espesa niebla del Támesis.
Y traspasando el muro de los años la ciudad inglesa sigue siendo un buen destino: Ambientada en Londres y en otras zonas de Inglaterra, La carta olvidada de Lucinda Riley, además te invita a dejarte atrapar por una historia plagada de misterio y suspenso. Si además de viajar te gusta soñar con un amor de novela: Un día de diciembre de Josie Silver te invita a un paseo por el Soho o Nottingh Hill. Si quieres saber que se siente al pasear por las orillas del Támesis donde el misterio de un asesinato espera ser resuelto, con La paciente silenciosa de Alex Michaelides conocerás la zona de Embarkment o el parque de Hampstead Head y palpitarás el suspenso de un buen policial.
Y mi parada obligada aquella que desde que la conocí por primera vez, gracias a los libros, nunca he dejado de visitar: Francia. Los miserables y Notre Dame de Paris de Víctor Hugo fueron el medio de transporte de mi primer viaje al París del siglo XIX. Con Ernest Hemingway, conocí la ciudad luz de principios del siglo XX flotando entre las letras de Paris era una fiesta. Y me he perdido por los recovecos más mágicos de esta maravillosa ciudad de la mano de Julio Cortázar con Rayuela.
Con Patrick Modiano, me senté En el café de la juventud perdida y conocí el Paris bohemio, indomable y nostálgico de los años sesenta. Roma con El Código Da Vinci de Dan Brown, Atenas con Zorba el griego de Nikos Kazantzakis, Budapest con La mujer justa de Sándor Márai, La Habana con Trilogía sucia de La Habana de Pedro Juan Gutiérrez y…

Adonde las ganas te lleven, adonde el viento de las letras te empuje, sin moverte de casa la vuelta al mundo es posible.

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