Libros que hablan de libros

Ernest Hemingway creía que “para un auténtico escritor, cada libro debería ser un nuevo comienzo en el que intentará algo más allá de su alcance”.

Es sin duda lo que los amantes de los libros buscamos con cada historia. Cuando además de una trama atrapante la novela nos habla de libros, del amor por los libros, de la pasión de la escritura, nuestra locura por leer se potencia a niveles impensados.
La metaliteratura es un juego que se nos propone a los lectores para que sigamos soñando con libros y descubramos en unos, otros nuevos.
Salvo que seas un lector compulsivo o uno de esos exquisitos lectores con método (existen lo aseguro), a menos que seas uno de esos especímenes conocidos como ratas de biblioteca o que tu voraz apetito por la lectura no te deje satisfecho nunca, no sabrás interpretar lo que este artículo intenta explicarte. Y es que leer no es simplemente leer, es la insaciable necesidad de seguir leyendo. La lectura retroalimenta la lectura y por eso la búsqueda es infinita y a veces tan desoladora que no sabemos por dónde empezar.
Los libros que hablan de libros, son ese plus que los lectores agradecemos cuando una historia nos convalida el amor por los libros y nos ayuda en esa búsqueda de nunca acabar.

“Como una novela” de Daniel Pennac es una especie de joyita que oculta tantos misterios como autores podríamos imaginar. Una arrebatada exposición sobre la lectura y sus virtudes que además de calar hondo en nuestras mentes lo hace en nuestros corazones, porque Pennac sabe de qué se trata ser compulsivo leyendo. Este breve ensayo de apenas unas 130 páginas, además de transmitirnos sensaciones, sentimientos sobre el acto de leer que compartimos con su autor, nos permite armar una tremebunda lista de autores que quizás no nos alcance la vida para conocer.
La atiborrada y ecléctica lista sería demasiado extensa de enumerar pero para muestra, baste decir que sus recomendaciones pasan por Kafka, Nabokov, Rilke, Dostoievski, Shakespeare, Proust, Laclos, Cioran, Molière, Laclos y tantos otros.
«El tiempo para leer, al igual que el tiempo para amar, dilata el tiempo de vivir». Es una de las bellas frases que quedaran cimbrando en la mente después de cerrar la última página de este ensayo que nos dejará con la imperiosa necesidad de volver a él una y otra vez. Reivindicando el derecho a leer, incluso a leer cualquier cosa más allá de ser buena o mala literatura es la premisa de este libro. Es la premisa de nuestra vida de lectores. ¿Cuántas veces nos habremos topado con buenos libros? Tantas como libros no tan buenos hayan caído en nuestras manos y sin embargo, nada merma el placer de seguir buscando el adecuado, ese que imprima en nuestra vidas el suspenso de vivir o de prolongar la vida leyendo.

Porque si lo piensas, leer es como amar, no lo piensas, sino que te tiras de cabeza al sentimiento pase lo que pase. Y cuando descubres que estás inmerso en un mar de sensaciones solo prolongas el acto de amar, cuando estás inmerso en un mar de palabras, la salida es simple, seguir leyendo, ir por más.

Para eso, los libros que hablan de libros son una fuente inagotable de alegrías. Habrá quien no lo comprenda, otros dirán que es una exageración, de acuerdo, pero les aseguro que leyéndolos se llega a tener la sensación de que el mundo es perfecto. Como perfecto sería vivir en una librería. Por eso no puedo dejar de recomendar: “Una librería con magia”, de Thomas Montasser. Es la historia de una joven que acaba de terminar la carrera de Económicas, recibe de manera inesperada el encargo de ocuparse de la librería de su tía, a la cual regresa después de muchos años. Esta breve novela es una declaración de amor a los libros y a las pequeñas librerías.

Un lector que ama los libros que tratan de libros busca esas recomendaciones que difícilmente aparecen en los suplementos culturales y en las listas de los más vendidos. Son esos libros que de verdad han impactado al que escribe y sin duda por algo es. Por eso no te va a defraudar “El devorador de libros” de Rebecca Makkai. Su protagonista, Lucy Hull, una joven resignada a trabajar como bibliotecaria de libros infantiles en un remoto pueblo de Missouri, ayuda habitualmente a su lector preferido: Ian Drake, un niño de diez años obsesionado con la lectura, a escoger libros a escondidas de su madre, una mujer autoritaria que pasa por la censura todo lo que el niño quiere leer.

Si lo tuyo son autores puntuales y Dickens es uno de tus preferidos, además de incitarte a la lectura de todo su corpus bibliográfico “El último Dickens” de Matthew Pearl, te hará amar los libros y el thriller policial como género, como excusa para hablar de libros.

Si eres de esos que tienen una biblioteca para decorar la sala de estar, te recomiendo no seguir leyendo. Pero, si eres de esos que saben que los libros no son un mero decorado te invito a sumergirte en la historia de Aaliya la protagonista de “La mujer de papel”, de Rabih Alameddine. Un verdadero compendio de referencias filosóficas, mitológicas, musicales y por supuesto literarias donde se dan cita entre otros Javier Marías y Antonio Muñoz Molina como autores preferidos de esta verdadera mujer de papel.

Las librerías son ese mundo que atrae desde la vereda. Ningún lector puede resistirse a la apasionante aventura de entrar en una librería, grande o pequeña, nueva o vieja, el olor de los libros atraen como el pastel recién horneado en una panadería. Por eso, además de sentirte identificado con su autor te sentirás reconfortado porque tu lista de lecturas engrosará de manera exponencial una vez que salgas de “Una Vida Entre Libros: Memorias de un Amante de la lectura” de Lewis Buzbee.

Ambientada entre Nueva York y Cape Cod en el verano de 1987, “El último libro”, la primera novela de Karen Dukess, ofrece una visión real y encantadora del mundo editorial de esos años. Con un estilo límpido y elegante, unos personajes muy bien perfilados y la dosis exacta de nostalgia ochentera, romance y obsesión por entrar en el selecto mundo literario de Nueva York, “El último libro” es un excelente retrato de ese vertiginoso momento en la vida en el que todo está por definirse.
Y… “La ladrona de libros”, “Pasión de papel”, “El cuento número trece”, “Leer Lolita en Teherán”, “La sociedad literaria y el pastel de piel de patata de Guernsey”, “La librería de las nuevas oportunidades”, “La librería ambulante”, “Una biblioteca de verano”… La lista podría seguir hasta el infinito y es que uno te lleva al otro y al otro y al otro, y juntos consiguen lo que todo lector apasionado busca, que la lista de lecturas pendientes no se termine nunca.

Que el placer no se acabe, que la búsqueda no se limite. “Los libros son espejos: solo se ve en ellos lo que uno lleva dentro” dijo Carlos Ruiz Zafón y quizás en esa búsqueda infinita, las infinitas lecturas acaben por contarnos quienes somos de verdad.


Libros en el artículo

  • La mujer de papel – Rabih Alameddine
  • Como una novela – Daniel Pennac
  • Una librería con magia – Thomas Montasser
  • El devorador de libros – Rebecca Makkai
  • El último Dickens – Matthew Pearl

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